Hace tiempo que navegamos, largos años, por alcanzar esta fecha.
Navegamos despacio, seguros, con el ánimo preciso, porque arribamos a la niebla donde el tiempo se termina y comienza.
Somos muchos, pero no tantos, los que hemos de adentrarnos a la espesura donde los remolinos del destino mueven los cabellos de los tripulantes que a estas horas están todos en cubierta.
Son muchos navíos arribando a un nuevo tiempo, un tiempo marcado por los ancestros.
Las estrellas nos guiaron hasta aquí, sabemos que hoy es el día más largo de la rueda de los días.
Es el Solsticio.
El último y el primero.
Nuestros profetas anunciaron que el día 22 podía ocurrir lo peor de lo peor… que todo siguiese igual que hasta el 20.
Pero también nos dijeron que cada uno, en particular y en singular, puede encarar el río del cambio y la transformación que el nuevo tiempo necesita.
En esta travesía, amamos, sufrimos, re encarnamos, trascendimos, nos enojamos, temimos las tormentas y los relámpagos, nos sumergimos, re nacimos, atestiguamos nuevos universos, cantamos, batallamos.
Nunca pensamos en ganar, pero si en resistir.
Luchamos por lo mejor que cada uno tenemos, eso que en nuestro interior brilla y nos alimenta.
En EL CAMINO quedaron algunos y algunas, los mejores de todos nosotros, los más sabios y sabias, los guerreros y guerreras más bravíos, cuidando por nuestro paso, permitiéndonos lanzarnos limpios, sin dejar nada y sin llevarnos nada, serán entonces nuestros guías, nuestras estrellas más brillantes en el tiempo que nos espera en el nuevo recorrido del Sol y su perla azul.
Nuestras voces y corazones penan por ellos y ellas, pero nuestro espíritu sabe que al pasar las puertas imperecederas, brillaremos un poco como ellos y ellas.
No fue una travesía sencilla, pero al fin podemos ver las orillas del nuevo tiempo.
Volvemos a casa, volvemos a nosotros y a los nuestros, simplemente volvemos al mañana.
No tenemos la victoria, pero tampoco la derrota.
Más allá de la niebla, podemos percibir el brillo.
Los más viejos estamos cansados, pero orgullosos de haber ayudado a que algunos comprendan que son verdaderos elegidos, y que disfrutando entre todos trajimos nuestros navíos hasta aquí.
El viaje termina, solo para volver a empezar.
Solo por eso… Navegamos despacio, seguros, con el ánimo preciso, porque arribamos a la niebla donde el tiempo se termina y comienza.
Los ancestros y los que aún no llegaron nos esperan, ven nuestros navíos engalanados, hechos con la madera de la templanza y las velas tejidas de filigranas de sueños y deseos, con forma de alas de mariposa que fueron teñidas con los colores del arco iris.
Cada navío canta, con su nota única y entre todos un coro de almas que estremece cada mirada, cada gota de vapor, cada gota de savia que anticipa un florecimiento inmensamente esperado.
La más bella de nosotros, la del cabello de estrellas, la que ve en cada uno de nuestros espíritus, la más amorosa y piadosa criatura encarnada en la energía más refinada de nuestro mundo, nos guía y da nombre a nuestro navío, Sami, la imperecedera, la que vela por nosotros, la que nos enseña, ella sopla en nuestras velas y nos llena de regocijo.
Gracias a cada navegante… a cada caminante, a cada uno de los que se animaron y se animan… a cambiar.
Cantamos, somos el sonido, cantamos, con voces nuevas y antiguas, cantamos.
Y nuestras velas se hinchan de dicha. Enfrentamos el Infinito.
Solo por eso… Navegamos despacio, seguros, con el ánimo preciso, porque arribamos a la niebla donde el tiempo se termina y comienza.
20 de Diciembre de 2012 – solsticio – fin y comienzo de ciclo.
Kay pacha.
Extracto de “El Linaje de los Otorongos”
Por y para Sami y su Papá y Mamá
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