Plantas Maestras, la mirada interior

Reflexión acerca de cómo un Psicólogo clínico se adentró en el océano interior como «Psiconauta» a través de un camino de conocimiento relacionado con las denominadas «Plantas Maestras»

Un poco de historia

Increíblemente nadie parecía estar al tanto de tales temas en el ámbito académico.El universo de las denominadas «Plantas Maestras» era para mi algo ciertamente lejano, si bien el tema siempre me había fascinado, ya en los años de estudiante los denominados por aquellos días Estados Alterados de Conciencia planteaban inquietud y desafíos futuros.

Sin embargo mi desarrollo como psicólogo siempre estuvo inspirado, si así puede decirse, por la fascinación que me producía lo extraño, ajeno y por momentos increíble que parecía ese mundo que se abría ante mí, los profundos contenidos del psiquismo y el espíritu humano.

Es cierto que desde mi juventud me atrajeron temas fronterizos, como los Ovnis (con los cuales vería más adelante cuan relacionados estaban con estos temas) o los misterios de las antiguas civilizaciones, especialmente las Americanas.

 

Juan Acevedo junto a Stan Groff en su visita a Bs. As. de 1995

Juan Acevedo junto a Stan Groff en su visita a Bs. As. de 1995

De alguna manera habitaba en mí un cierto espíritu «renacentista», no concebía la idea de que la psicología por si misma pudiese darme las respuestas que estaba buscando y mucho menos las que buscaban las personas que se acercaron a mí desde aquellos días al presente.
El mundo de la ciencia era encantadoramente confortable, y en el solía refugiarme de una cantidad de temas que desde mi niñez merodeaban cerca de mi, todo en su lugar, acomodado, placientemente apacible, confiable, pero fueron los desarrollos de la física quántica y la holografía las que devinieron en una verdadera vorágine de ideas novedosas.Por aquellos días el denominado «Paradigma emergente de la ciencia» nos tenía ciertamente ocupados, a mi y a un increíble grupo de personas rosarinas, profesionales en diferentes áreas del conocimiento.

Fue una época en la que cientos de ideas tomaron forma, y muchas de las cuales aún continuo trabajando.

Por esos días nos visitaba uno de los padres de la denominada «Psicología Transpersonal» el Dr. Stan Groff, a quien tuve la oportunidad de conocer y platicar con él sobre ciertos aspectos de sus ideas, y comentarle alguna de las mías, las cuales le parecieron ciertamente interesantes, fue un encuentro revelador.

La asociación Transpersonal había tenido por aquel tiempo un encuentro en Manaus, Brasil, donde el tema central había sido «las tecnologías arcaicas del éxtasis» y uno de los temas centrales habían sido las Plantas Maestras.

El «momento oportuno»

A diferencia de otros exploradores de la conciencia que he conocido mi experiencia fue un tanto diferente, nunca tuve que salir del país para encontrarme con estos misterios, no tuve que viajar a ignotas selvas ni hacer malabares para conocer a los avezados vegetalistas conocedores de misterios milenarios.

Reza cierta frase que «cuando el discípulo está preparado, el maestro entra en escena…», y así fue como sucedió con las Plantas Maestras, sencillamente llegaron hasta mi.

Fue una extraña mezcla de intuiciones y dejarme llevar por una convicción o fuerza interior que guió con gran seguridad mis pasos y manifestó una cierta cantidad de eventos que no dejé pasar de lado, algo así como estar en el momento oportuno, en el sitio correcto con las personas acertadas.

Es maravilloso recordar parte de aquello, ahora a más de 10 años de distancia.

Comenzamos con un grupo de profesionales en salud interesados en el tema, algunos de ellos todavía se encuentran trabajando en cuestiones afines, y casi sin quererlo nos encontramos dándole forma a algo, iniciando una página nueva, en la cual mucho se ha escrito desde entonces!

Éramos varios que sincrónicamente abrimos, al mismo tiempo y en forma relacionada, la puerta para que estos temas llegaran a gran cantidad de personas que como yo estábamos sinceramente interesados en estas búsquedas y descubrimientos.

Hoy siento que muchos de nosotros no nos dimos cuenta en forma consciente de la magnitud del suceso.
Y esta es una parte de la historia sobre estos temas en nuestro país que la mayoría de las personas desconoce y de la cual casi nadie, que conozca o tenga conocimiento ha escrito.

El "Kairos" de la ola es como para los surfistas el ejemplo de "momento oportuno"

El «Kairos» de la ola es como para los surfistas el ejemplo de «momento oportuno»

Lo cierto es que empecé un camino, que de alguna forma ya era parte mía desde el momento en que nací, hoy puedo decirlo de forma abierta y humildemente sencilla, mi padre fue y es un sanador innato, con una línea matrilineal de conocimiento, originada en una etnía de la mesopotamia argentina, a la cual no quise reconocer ni en mi infancia ni en mi adolescencia.

El camino había empezado años antes, en mi adolescencia, pero de alguna forma no había sido consciente plenamente de ello, fue en mi juventud donde empecé a percatarme con mayor claridad, tal es así que en medio de estos aprendizajes devine en una especie de especialista sobre un lugar que guardo profundamente en mi corazón, Capilla del Monte, aunque yo hubiese estado allí con otros fines completamente diferentes a los que muchos creen que me dedique y por los cuales no pocos me conocen.

La vida en la sierra y el monte, con períodos variables pero continuos, que iban de un sencillo fin de semana a cuatro meses de permanencia durante casi largos 9 años, dio sus frutos.
El aislamiento y la vida naturalmente franca moldearon la que sería mi forma de trabajo, la cual conservo hasta la fecha.

El camino de las «Mamaicunas»

Mariana I. Gonzalez en Ischigualasto

Mariana I. Gonzalez en Ischigualasto

En medio de semejante periplo contraje matrimonio con quien es mi compañera, una pareja, compenetrada en el día a día con el trabajo de lo que denomino como «El camino de las Mamaicunas».

Antes de hablar abiertamente de este camino, lo cual nunca antes he hecho, me siento en la obligación de aclarar que fui partícipe de dos tipos de conocimientos y entrenamientos, por un lado una cantidad de experiencias que fueron acumulándose con el pasar de los años, de los cuales como dije anteriormente no fui completamente consciente, y por otro lado por una férrea formación académica que devino en una profesión.

De una forma u otra ambas están profundamente interconectadas e interrelacionadas, solo que una pertenece a un ámbito más bien personal, y la otra a mi trabajo diario, comunitario y social.

Esta extraña mezcla devino en lo que suelo llamar «arte de la traducción», dado que el entrenamiento académico me ha permitido dar forma y no pocas veces sentido (traducción) a muchas situaciones que de otra forma solo hubiesen quedado en el terreno de lo mágico o lo inciertamente paranormal.

Hoy solo pienso en un sentido de Naturaleza ampliado, que desde la psicología, la antropología, la historia o ciertas áreas de la novedosa física de partículas o la astrofísica me permiten instaurar un cuadro por isomorfismo de algunas cuestiones.

De hecho mi trabajo diario esta centrado en la psicología clínica, sin que por ello la «otra mirada» quede anulada o alejada, simplemente conviven en una sutil armonía.

Actualmente mi interés se encuentra centrado en el área de los estados «alternativos» de conciencia, (he preferido la palabra «alternativo» o complementario, a los anteriores, «alterado», «No ordinario» o «ampliado» dado que los mismos remiten a particularidades específicas, las cuales seguramente tocaremos en otra oportunidad) y su implicancia como sistema terapéutico de trabajo.

Por otro lado y casi sin darme cuenta de ello me he sumado y dado forma a un área que resulta novedosa, la Etnopsicología, el estudio, investigación y recolección de formas y técnicas de trabajo psicológico de etnías y culturas, actuales y ancestrales, no basadas en la cultura occidental.

Conocemos áreas de trabajo reconocidas como la Etnobotánica, la Etnofarmacología o la Etnosiquiatría, pero no he visto o escuchado a otros hablar de la Etnopsicología, algo increíblemente extraño ya que las demás apuntan directamente a ella, la forma en que los pueblos ancestrales modificaron su percepción de la «realidad», modificando su conciencia mediante métodos diversos con fines precisos, muchos de ellos resultantes en nuestra actual visión de lo que denominamos como práctica terapéutica.

De alguna forma los psicólogos somos los descendientes directos de los denominados «Shamanes», algo a medio camino entre lo espiritual y lo corporal.

Trabajar con las tecnologías ancestrales de lo sagrado, así como con los modernos desarrollos de la tecnología que de una forma u otra también nos acercan a esas regiones numinosas del alma humana, es mi actual desafío.

¿Qué es «El camino de las Mamaicunas»?

Es ante todo un descubrimiento para mi propia persona encontrarme escribiendo sobre esto, pero a que negarlo, es con lo que me he encontrado y sería necio de mi parte negarlo.

Las «Plantas Sagradas o Maestras» parecen tener motivaciones propias y no pocas veces precisas.

Sutil, pero permanentemente, el contacto con las mismas parece dar forma a un corpus de conocimientos y prácticas orientado a restaurar la casi perdida relación con lo Sagrado que los occidentales parecemos padecer.

Y es este padecimiento el que no pocas veces enferma.

Sobre el comienzo de un nuevo milenio traen a nosotros el recuerdo de una promesa olvidada, la posibilidad de abrirnos a una alternativa de cambio, para lo cual es menester entender que los seres humanos somos más que la suma de nuestras partes. Que ya no alcanza con entendernos como un conjunto tripartito entre mente, espíritu y cuerpo, sino como algo mayor, donde cada parte re significa a la otra.

Parecen recordarnos que por derecho propio somos «Viajeros», capaces de adentrarnos en nuevos territorios.

La juventud de una forma u otra, no pocas veces equivocada, parece haberlo entendido, aunque el sentido no es claro ni mucho menos preciso y lo que podría devenir en una búsqueda sincera suele transformarse en un vacío insondable.

Las Mamaicunas o ñustas (así denominan a las diferentes Plantas Maestras quienes participan de este conocimiento) son herramientas, de inestimable valor, con un potencial transformador nunca antes contemplado, capaces de traer a nuestra realidad la posibilidad del cambio, de la apertura a formas diferentes de concebir nuestras vidas, de sentir nuestra participación en la creación, de proyectarnos a un futuro posible.

Las Mamaicunas parecen querer continuar, avanzar en el tiempo, desde nuestro remoto pasado a nuestro incierto futuro, participando de nuestra transformación, asistiéndonos en este momento de nuestra historia como especie.

Nos recuerdan que la conciencia es un fenómeno más complejo de lo que tan siquiera imaginamos y posiblemente extendido a otras formas de vida y reinos que nos rodean a diario.

Parecen darnos pautas para entender que otras realidades son posibles, quizá no fuera de nosotros, pero si dentro de nuestro ser.

Lugares "arcaicos" como el "Valle de la Luna son sitios de gran inspiración

Lugares «arcaicos» como el «Valle de la Luna son sitios de gran inspiración

La palabra «psiconauta» toma entonces un valor novedoso, un explorador de las ignotas regiones de nuestro psiquismo, del profundo espacio que se despliega en nuestro interior.

En esos lugares arcaicos se despliegan una invaluable cantidad de sentidos y respuestas a incógnitas de nuestras vidas.

Símbolos que nos permiten entender muchos de nuestros padecimientos y no pocas veces las respuestas adecuadas para sanarlos.

De allí su imponderable valor terapéutico.

Trabajar con ellas implica un férreo entrenamiento, una condición tanto mental y espiritual, como así corporal.

Preguntas

Muchos me preguntan si las Mamaicunas son para todas las personas, ante lo que me encantaría responder que si, sin embargo estaría faltando a la verdad.

No todos podemos enfrentarnos a estas realidades sin consecuencias.

Ellas suelen marcar un antes y un después en la vida de algunas personas, sobre todo aquellas que están profundamente compenetradas en atravesar la experiencia.

Aún así hay quienes no están psicológica o clínicamente aptos para estas empresas.

Suelo compararlo con un ejemplo, aunque me encantaría escalar el Everest, difícilmente estoy en condiciones de hacerlo, so pena de que mi propia vida se vaya en ello.

También suelen preguntarme si se trata de un camino espiritual, si dijese que sí la respuesta sería engañosa, es en realidad un camino de «ACCIÓN», para el cual debemos estar preparados, son herramientas, compañeras inestimables, pero es a nosotros a quienes nos corresponde la tarea de transformarnos.

Prefiero pensar que es un camino de conocimiento, y ante ello deviene la posibilidad de transformación, dependiendo de lo que cada uno hagamos con ese conocimiento.

Taller vivencial con las Mamaicunas en Tandil 2004

Taller vivencial con las Mamaicunas en Tandil 2004

Otra pregunta que suele aparecer es si se trata de un grupo de personas que se reúne a «drogarse» (en el sentido peyorativo de la palabra), y la respuesta es un NO rotundo, a veces aliento a algunas personas a que busquen otras vías más sencillas y hasta económicas si es esto lo que están buscando, un «trip» o simplemente un «viaje».Otros preguntan si este camino necesita una iniciación particular para pertenecer a el, ante lo cual respondo que no, lo que si hace falta es un «llamado», las personas que se acercan a este camino no son multitudes, son solo aquellos que de una forma u otra han escuchado en sus corazones ese llamado ancestral, que resuena casi musicalmente en algún lugar de nuestro ser.

Mucha gente de la denominada «NEW AGE» suele acercarse diciéndome que es justamente lo que ellos buscaron durante mucho tiempo y no pudieron hallar, sin embargo suelo decirles que pertenecemos a un grupo de «OLD AGE», a una vieja era que se re significa en nuestros días.

El trabajo con las Mamaicunas es una coparticipación, personalmente, como las personas con quienes trabajo, solo somos al igual que el resto, partícipes, actores secundarios, o simplemente actores, ya que el guión de las sesiones y ceremonias lo escriben ellas.

Solo las ayudamos a realizar su tarea.

Las ceremonias o sesiones, pueden ser «veladas» nocturnas, donde trabajamos con nosotros, con nuestras cuestiones, nuestra historia, al reparo de la oscuridad de la noche, o encuentros a plena luz del día donde participamos de la maravilla de la creación toda.

Como todo ciclo unos van acompañados de los otros, pero el proceso incluye como debe ser, a los opuestos complementarios, noche y día son parte de un todo mayor.

Las ceremonias van acompañadas de un amoroso trabajo, en el cual los sonidos, la música y prácticas ancestrales, como el uso del tabaco de forma ceremonial, ritmos y voces se hacen presentes en un círculo que nos contiene y protege.

Son ecos del pasado en un presente venturoso.

De alguna manera que no alcanzo a explicarme los que trabajamos en ello somos los depositarios, quizá inmerecidos, de un conocimiento que se remonta más allá de 8000 años, posiblemente al origen del hombre como especie.

A veces la responsabilidad suele pesar, pero la mayoría de las veces es un verdadero placer participar de esta maravilla, tanto como persona, como profesional de la salud.

Un camino, muchos caminos

De hecho el camino de las Mamaicunas no queda solo circunscrito al trabajo específico de la ingesta ritual de las mismas, sino que hay una variada gama de procedimientos y trabajos que se complementan, como la cabaña de sudación o los talleres de música evocativa, el trabajo corporal, los peregrinajes a lugares sagrados o el sencillo encuentro para el festejo de los ciclos de la naturaleza.

Si alguien me preguntase entonces, ¿Qué es el camino de las mamaicunas exactamente? No podría responderle con meras palabras, es ante todo una EXPERIENCIA.

En nuestro país son todavía pocos aquellos que trabajan responsablemente en esta área, quizá por desconocimiento o por una histórica susceptibilidad a este tipo de cuestiones, pero es importante destacar que nada tiene que ver con credos, religiones o culturas, solo necesitamos sabernos humanos para participar de ello.

A veces escucho noticias de personas que aún con buena intención se adentran en estos terrenos irresponsablemente, ante ello solo puedo decir que por experiencia comprendo ahora lo importante de la guía en estos menesteres, ya que solos o mal acompañados podemos terminar perdidos irremediablemente en lugares desconocidos de nosotros mismos.

Por otro lado tengo la infinita alegría de conocer gente que se a dedicado responsablemente a estas búsquedas, tanto personales como grupales, y a quienes he alentado y aconsejado en algún momento del camino.

Poco a poco voy encontrando gente nueva, que con su experiencia a cuestas se va animando y despertando a la posibilidad de un trabajo comprometido con la salud y el bien estar.

Aún hay mucho por recorrer y de seguro no será esta la última vez que tengamos noticias los unos de los otros, el caminito siempre encierra sorpresas, como la de escribir esta nota, así de corridito, en una tarde de invierno, para una amiga y compañera de viaje, Adriana Ferreyra.

Salud con todos!
Salud con todos!

Taller del mes de Agosto del 2004 junto a Adriana Ferreyra y Rita Tanoni, compañeras de viaje

Taller del mes de Agosto del 2004 junto a Adriana Ferreyra y Rita Tanoni, compañeras de viaje